Los Reinos cliente de Roma en Gran Bretaña fueron tribus nativas que decidieron alinearse con el Imperio Romano, ya que lo consideraban una mejor opción para su supervivencia o para la protección frente a otras tribus hostiles. Alternativamente, los romanos crearon algunos reinos clientes cuando consideraban que era interesante influir sin controlar directamente. Estos reinos clientes eran gobernados por reyes clientes. En latín, estos reyes eran mencionados como rex sociusque et amicus, "rey y aliado y amigo."[1] Las relaciones entre estos reinos y Roma variaba según las circunstancias particulares de cada caso.[1]
El primer caso conocido fue la reentronización, por parte de César, de Mandubracio como rey de los Trinovantes, que había sido destronado por Casivelono y que luego ayudaría a César durante su segunda invasión en el 54 a. C.[2] El sistema se desarrolló en los siguientes cien años, en particular durante el imperio de Augusto, de modo que en el momento de la Conquista romana en 43 ya existían varios reinos clientes en el sur de gran Bretaña. Estos reinos eran anexados cuando Roma necesitaba reafirmar su poder en Gran Bretaña o cuando los reyes clientes ya no podían controlar los reinos y las áreas circundantes.[3]
Esto también se debieron en parte a la expansión de los Catuvellaunos de Cunobelino en el sureste, y en parte como resultado de la propia invasión, e incluía a Cogidubno de los Regnenses, Prasutago de losa Icenos y Cartimandua de los Brigantes y, probablemente, Boduocus de los Dobunni.[4] Los antecesores de los Regnenses, los Atrebates, habían sido, tanto en la Galia como en Britania, reinos clientes de Roma desde la primera invasión de César en el 55 a. C.[5] En el norte de Gran Bretaña, las continuas luchas fronterizas a lo largo de los muros llevaron a la creación de estados tapón, como los Votadini en Northumberland.[5]